viernes, 3 de diciembre de 2010

Una intención de mejora: Evaluación Educativa

Quisiera exponer en el siguiente artículo las mejoras en las que estamos inmersos actualmente. Unas mejoras encaminadas a desarrollar convenientemente la evaluación formativa en contraposición a la calificación aislada realizada con el único fin de poner una nota sin emitir juicios de valor que informen sobre la progresión del alumnado. Todo lo expuesto a continuación se basa en las informaciones, instrumentos, acuerdos…del equipo de directores de Mairena del Alcor e Inspector de la zona D. Ángel Olid.

Todo se inicia con la autoevaluación llevada a cabo el pasado curso y dando como resultado que el punto a mejorar era la evaluación, entendida como proceso continuo que permite la mejora tanto del profesorado como del alumnado.

En el informe McKinsey (2008) se explica cómo la mejora de la enseñanza es condición necesaria (acompañada de otras) para la mejora de los resultados; y en el Talis (2009) que se puede conseguir la mejora de la enseñanza y del sistema mediante la (auto)evaluación de la práctica docente. Entendemos que no hay aprendizaje si la práctica no se contrasta con una autoevaluación que produzca modificaciones tendentes a la mejora de la planificación.

Para tal autoevaluación de la práctica docente utilizamos el modelo que plantea Francisco Díaz Álvarez (Modelo para autoevaluar la práctica docente. Editorial Praxis. Grupo Wolters Kluwer. 2007). Este modelo, de planteamientos constructivistas, describe las buenas prácticas docentes mediante 7 dimensiones y 29 componentes. Y en cada componente una rúbrica con 4 niveles de creciente calidad.

De esta forma, obtenemos como principal punto a mejorar la evaluación educativa. Una evaluación tomada como proceso de recogida y análisis, la emisión de juicios sobre ella y la toma de decisiones de carácter social o pedagógico de acuerdo a dicho juicio. Todo proceso debe generar información y orientación para la mejora del aprendizaje y enseñanza. Es en este punto en el que nos centramos para nuestra mejora: una evaluación de carácter pedagógico o formativa (evaluación para el aprendizaje) en contraposición de una evaluación de carácter social o sumativa (evaluación del aprendizaje).

Por lo tanto, es nuestro objetivo, fomentar la evaluación para el aprendizaje (formativa y formadora). Esta evaluación se puede caracterizar en:

  • Parte intrínseca de la enseñanza y aprendizaje (no un apéndice posterior).
  • Requiere que el profesor/a comparta con el alumnado los objetivos que se pretenden desarrollar y los criterios de evaluación que se van a aplicar.
  • Ayuda al estudiante a saber qué debe lograr y cuál es el camino.
  • Involucra al alumnado en su propia evaluación y proporciona retroalimentación para saber en qué deben mejorar y en qué punto están.
  • Asume que cada alumno/a es capaz de mejorar en su desempeño.
  • Involucra tanto a docentes como a alumnos/as en el análisis y reflexión sobre los datos arrojados por la evaluación.

En este sentido, se aconseja el documento sobre evaluación formativa de Pedro Morales (Ser profesor: una mirada al alumno. 2ª edición. Guatemala: Universidad Rafael Landívar, 33-90).

En una etapa como la Primaria creemos que la evaluación para el aprendizaje debe ocupar prácticamente el 80%, quedando el resto para la sumativa (la que comúnmente conocemos como calificación). Todo ello cobrará sentido tomando el currículum oficial como referencia y distinguiendo entre lo irrenunciable (lo imprescindible, lo básico) de lo deseable, como desarrolla César Coll en Lo básico en la educación básica (Conferencia magistral presentada en el 2º Encuentro Internacional de Educación Preescolar)

Pero, ¿Cómo se enfoca el trabajo diario en este sentido?

En un primer nivel planteamos las siguientes ideas clave:

  • La referencia en las programaciones no deben ser los contenidos sino los objetivos.
  • La metodología del día a día debe tener en cuenta la evaluación formativa. El alumno/a debe ser capaz de aprender de manera autónoma.
  • Se evalúan competencias, no contenidos.

Entramos en un segundo nivel más concreto que nos llevará a conseguir ÉXITO ESCOLAR. Por “éxito escolar” entendemos el análisis de los resultados de la evaluación para atender a los que tienen menores resultados e intentar mejorar ofreciendo informaciones, planteando nuevos objetivos, priorizando, rediseñando…replanteamos el currículum adaptando la metodología y la evaluación. Cada alumno/a que entra en el centro debe progresar en el desarrollo de sus competencias. Así, “éxito” será todo progreso que experimente un alumno/a según su nivel de partida; en ningún momento se ha hablado de “notas”. De este nivel podemos plantear como ideas clave:

  • No evaluar para determinar niveles sin información (Éxito es igual a avance que experimente el niño/a)
  • Fomentar la autoevaluación y coevaluación (relacionado con autonomía en el aprendizaje y con aprender a aprender)
  • Utilizar rúbricas al evaluar, ya que ayudan a dar información de cómo progresar.
  • El alumnado debe saber qué se le va a evaluar y cuáles son los objetivos comunes y particulares.
  • En los “controles” o “exámenes” hay que indicar a los alumnos/as en qué mejorar. Deben ser instrumentos de evaluación formativa, no sumativa.
  • Transmitir la idea de “estudiar porque lo necesito y lo voy a utilizar” (no el “estudiar por si acaso”, “por si esto cae”).

Como conclusión me remito a las orientaciones de D. Ángel Olid, inspector de educación, y en las que se podría decir que el objetivo no es “auditar” aprendizajes, sino ser un instrumento de ayuda que permita orientar en vez de calificar; siendo el papel del profesorado facilitador de aprendizajes y que proporcione al alumno/a herramientas para que también aprendan por ellos mismos. La evaluación formativa tiene como objetivo incrementar aprendizajes de los que “van bien” y de los que tienen dificultades, ya que poner una calificación suspensa aislada de juicio y toma de decisiones no resuelve el problema sino que lo pospone a un momento posterior. En otra publicación explicaré como nos hemos convencido de ello mediante un simple ejercicio sobre la calificación.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Evaluación y autoevaluación (Ponencia D. Ángel Olid)

Quisiera, en esta entrada, dar a conocer algunas líneas o ideas que se transmitieron el pasado 17 de marzo en reunión de directores de zona CEP Alcalá de Guadaíra por parte del inspector D. Ángel Olid. El objeto principal de dicho encuentro era dar a conocer un modelo de autoevaluación docente encaminado a la mejora de la práctica educativa. Un interesante modelo que permite, no sólo saber en qué punto estamos (profesor, ciclo/departamento o centro), sino qué podríamos hacer para evolucionar y pasar al siguiente. Yo soy de los que piensa que para poder enseñar es necesario seguir aprendiendo cada día, y en esta ponencia, he de decir que aprendí mucho.
Además del citado modelo de autoevaluación, Ángel Olid expuso varias ideas muy interesantes para justificar la evaluación y autoevaluación. En las siguientes líneas os expongo una síntesis de ellas.

En primer lugar dos citas
  • “Aprendemos mediante la experiencia pero solamente cuando reflexionamos sobre lo que hacemos” (John Dewey). Queda reflejado lo importante que es enseñar a reflexionar, a pensar, a razonar...
  • “No hay nada más práctico que una buena teoría, ni nada tan teórico como una práctica bien fundamentada” (Kurt Lewin). Por eso insistimos tanto en que se pruebe todo lo que proponemos en el centro y todos participemos con nuestras opiniones.
A continuación, reflexiones sobre el aprendizaje

El aprendizaje es un proceso con ingredientes, se construye tras desempaquetar todo aquello que se nos transmite y luego volverlo a empaquetar, es decir, saberlo utilizar. Ha quedado demostrado que en la memoria se retiene la experiencia de construir el aprendizaje, no los contenidos. Una construcción del aprendizaje basada en la facilitación de herramientas para que el alumno sepa crear, evaluar y autoevaluarse, sintetizar... (Estas ideas conectan con mi concepción sobre el enfoque de la enseñanza a partir de las competencias).

Por todo lo anterior conectamos con dos concepciones sobre el estudio, dos acercamientos al aprendizaje:
  • Estudiar “por si acaso” (es aprender para almacenar, aprender por si tengo que utilizar...). Una visión más tradicional en la que se estudia sin encontrar sentido pero que, aquello que estudio, puede ser que tenga que utilizarlo alguna vez (un ejemplo claro está en la propia carrera).
  • Estudiar porque lo necesito y lo voy a utilizar. Es aprender para utilizar. Debe ser la forma en que debemos enfocar el proceso en Infantil y Primaria.

    Lo que se aprende en el colegio, los alumnos y alumnas, deben aplicarlo en la vida real. Debemos formar alumnos que sepan y que sepan utilizar (sintetizar, evaluar, crear...habilidades que deben desarrollar en clase).
Por último, la evaluación

Se establecen dos tipos de evaluación:
  • Calificadora. Se utiliza para clasificar, pero sobre todo para no defraudar expectativas de terceros. Por ejemplo, hay que calificar para cubrir expectativas del curso siguiente. Es una evaluación sumativa o social (por las implicaciones que tiene el calificar)
  • Pedagógica. Es la formativa (la hace el maestro) o formadora (el propio alumno). Es una evaluación para el aprendizaje, en la que se produce (o se debe producir si está bien hecha) retroalimentación y ayuda.
Como se pudo ver en uno de los gráficos que se presentaron; en infantil el 100% debe ser evaluación pedagógica (podría caber un 10% de la social); en Primaria el 20% será evaluación social, otro 20% pedagógica formadora (deben aprender a autoevaluarse), y el 60% pedagógica formativa.
Llegamos a la conclusión sobre cómo debe ser una evaluación para el aprendizaje
  • No es una parte al final (forma una parte intrínseca dentro del proceso de enseñanza/aprendizaje)
  • Hay que compartir criterios de evaluación con los alumnos (ya que ayuda a conocer los niveles de los que se parte, los involucra en su propia evaluación sin que haya reparos en que se autoevalúen al tratarse de la evaluación pedagógica, se produce retroalimentacíón...
  • Se asume que cada alumno puede mejorar
  • Se involucra a docentes y alumnos en la reflexión.
En definitiva, una sesión productiva que he querido exponer en este blog.

domingo, 7 de marzo de 2010

La evaluación (que llega a casa)

En anteriores entradas se hablado de la evaluación y de la forma en que, a mi modo de ver, se debe concebir. Estas perspectiva, que estaba centrada en el tratamiento desde el propio centro, debería llegar de la misma forma a los padres y madres del alumnado.

Se ha hablado de que la evaluación debe responder a criterios reales, no descontextualizados ni basados en contenidos aislados. Debemos evaluar en base a criterios de aprendizajes significativos donde se entrelazan conocimientos y habilidades generadoras de competencias básicas.

Pero todo ello debe ser comunicado al propio alumnado y, en el tema que nos ocupa, a los padres y madres. A casa no debe llegar la idea de que se evalúa teniendo en cuenta un control quincenal en el que se pone una calificación ya que, obviamente, el padre o madre hace su propia nota media y obtiene el hipotético resultado final de la evaluación.
Es conveniente que desde casa se entienda que evaluar es tener en cuenta todos aquellos indicadores que nos hemos propuesto desarrollar en cada una de las competencias. Cuando expongo nuestra experiencia en la evaluación por competencias, comento ejemplos que pueden servir para ilustrar lo citado: Un control de lengua, que no deja de ser una herramienta más de evaluación, lo corrijo indicando aspectos como expresión escrita, comprensión, ortografía, presentación, vocabulario, orden de lo que se quiere decir...siendo varias las anotaciones que escribo además de valorar la progresión global del alumno en concreto y todo ello sin poner nota numérica (algo que explico en la primera reunión de tutoría). Lo primero que hacen los niños es mirar si hay nota, sin tener en cuenta qué deben mejorar y en qué han progresado (algo que se puede conseguir poco a poco). Igualmente, cuando llegan a casa, los padres buscan la correspondiente nota sin atender a las anotaciones u observaciones, algo que realmente es lo esencial.

Otras veces nos hemos encontrado con reclamaciones (ojo, en Primaria) sobre si en tal o cual pregunta debemos ponerle un 0'25 más, un regular alto en vez de un regular...etc.

Esto que quiere decir:

Primero; que quizás no estemos transmitiendo bien a los padres qué es evaluar. En casa, desde mi punto de vista, no deben priorizar sobre la calificación numérica aislada, sino qué grado de adquisición va asimilando el hijo para aplicar un conjunto de habilidades y conocimientos que le sirvan en su desarrollo. Un siete, un cinco o un 4'25, no nos dice nada sobre la evaluación, sobre si es capaz de aplicar o no lo aprendido. Por ello, si vamos a poner una calificación, pienso que debe ir acompañada de una valoración de en qué debemos polarizar la atención en el alumnado y en qué evoluciona de forma positiva.

Segundo; que al final, por muy bien que estemos trabajando en el día a día por competencias, si no las tenemos en cuenta para evaluar, no tendrán sentido ni razón de ser.

Tercero; que habría que evitar que desde casa inculquen a los hijos que lo importante es aprobar (ya sea con un siete, seis o cinco) como si pasar temas fueran partidos de fútbol que suma puntos si lo ganas (aprobado) y se queda atrás si los pierdes (no se aprueba), sin ninguna conexión con el siguiente.

Sólo de esta forma tendrá éxito la evaluación (y promoción) basada en competencias: Tener claro unos
indicadores de evaluación para cada competencia y tenerlos en cuenta al evaluar, al informar y al establecer los resultados de dicha evaluación, ya que ésta no debe ser más que el punto y seguido en el proceso de enseñanza y aprendizaje.

domingo, 7 de febrero de 2010

Aprender a aprender

Aprender a aprender, una competencia que puede y tiene más importancia de la que se le pueda otorgar. Quizás porque no se le puede relacionar con un área, con un desarrollo curricular, con algo materialmente tangible… Para mí es esencial el tratamiento de esta competencia para crear en el alumnado una base, unas herramientas, un enfoque de su aprendizaje que le pueda permitir acceder a otros muchos de manera autónoma, sin la excesiva dependencia de padres, madres, hermanos mayores… que muchas veces, más que ayudar, te dirigen de tal forma que lo importante pasa a ser “que lo lleves hecho al cole” más que si verdaderamente lo ha aprendido.

“Aprender a aprender” ha sido objeto de numerosas definiciones antes de tratarse como competencia, pero todas giran en torno a saber utilizar mecanismos o herramientas para entender, analizar, resolver y conectar los nuevos aprendizajes con los ya adquiridos, siempre persiguiendo un aprendizaje significativo.

Aprender a aprender no se centra sólo en niños en edad escolar, sino que abarcar todas las edades posibles. Centrándonos en el alumnado de Primaria, se pueden diseñar unas líneas de actuación para desarrollar y evaluar esta competencia en dicho alumnado. Lo que expongo a continuación es algo tan simple y lógico en su planteamiento como difícil en la obtención de resultados si no se trabaja diariamente; algo que siempre he utilizado con mis alumnos hasta sexto y que desde este curso lo estamos trabajando con un tercero.
En primer lugar plantear qué vamos a tener en cuenta, qué líneas de actuación se va a seguir con los niños y niñas (y con sus padres en casa) además de cómo se va a evaluar. Para ello establecemos tres núcleos de referencia:
  1. Conciencia de lo que sabe
  2. Aprendizaje autónomo
  3. Utilización de estrategias de aprendizaje
A partir de estos tres núcleos establecemos los tres indicadores de evaluación:
  1. El alumno/a dispone de habilidades y las utiliza para aprender de forma eficaz
  2. El alumno/a es consciente de lo que sabe para aprovecharlo como punto de partida y para aplicarlo a todas las áreas.
  3. El alumno/a hace uso de las estrategias que se le proponen y se organiza y planifica así como es capaz de seleccionar información, organiza materiales y tiempos de forma efectiva.
Estos indicadores, diseñados por el centro y evaluados por todo el equipo docente, deben partir de las actuaciones del maestro con el alumnado, lo más complicado al desarrollar esta y otras competencias. Al alumnado le debemos ir inculcando la idea, poco a poco, que debe atender a la explicación y que debe preguntar las dudas (un alumno que pregunta, ya está utilizando una estrategia para aprender). Igualmente, cuando hace las actividades debe pensar si “¿Sería yo capaz de explicar esto que estoy haciendo?” (Si puede es que lo tiene claro, si no, hay algo que debe preguntar), “¿En casa pido ayuda de lo que no sé?” (En caso de recibir ayuda, ¿Es la ayuda una guía o casi le dan la solución?), “¿Tiene sentido esto que estoy respondiendo en un problema?” (Puede que un niño/a no sepa hacer un problema, pero sí debe darse cuenta si ha puesto una barbaridad, algo sin sentido). Importante también es que el niño/a se vaya dando cuenta de las dudas que tiene y sea capaz, por sí solo, anotarlas para preguntar en clase. Difícil todo esto, sí, pero en todos los cursos me doy cuenta de que poco a poco se va consiguiendo en mayor menos medida en cada uno de los alumnos y alumnas.
Dicho lo anterior, se pueden establecer siete puntos que el niño/a “no debe olvidar” (casi diariamente se lo debemos recordar como algo rutinario):
  1. La ayuda nunca es decir la solución sino guiarte para encontrarla
  2. Acostúmbrate a responder con tus palabras (no exactamente como lo ha dicho el maestro o el libro). Puede ser que te aprendas algo de memoria y ni siquiera lo entiendas.
  3. Al colegio se viene a aprender. Un niño/a aprende si sabe para qué sirve lo que se está dando en clase. Si esto no ocurre ¡Pregunta!
  4. Para resolver problemas hay que repasar una y otra vez y preguntarme: “¿Tiene sentido?”, ¿He repasado el enunciado?”, “¿Me he apoyado en dibujitos?”. Estudiar matemáticas no es mirar un libro o cuaderno, es hacer, resolver, practicar…
  5. Utiliza la agenda de clase para ordenar las tareas del colegio y cualquier otra que tengas que hacer. Tacha lo que vayas haciendo y repásala antes de hacer tarea y al final.
  6. Juega con la lectura. Lee en casa en voz alta practicando con diferentes entonaciones, inventándote personajes nuevos, finales distintos…
  7. Cada vez que escribas, mira y piensa: “¿Está ordenado”?, “¿Dice lo que yo quiero decir?”,…no escribas por escribir, sin sentido. Te ayudará siempre a tener claras tus ideas.

El punto uno para mí es importante que lo tengan claro en casa. Existe la opinión muchas veces de que hay que llevar las cosas hechas que si no el maestro te riñe. Yo pienso que hay que traer a clase las tareas y actividades trabajadas, no necesariamente hechas. Una actividad trabajada es aquella en la que el alumno ha intentado hacerla pero no consigue encontrar el modo, hay dudas, la solución no tiene sentido…pues bien, que lo tenga en cuenta para preguntar en clase o que en casa le ayuden en el razonamiento, le guíen sobre dónde puede encontrar más ayuda… así le vamos enseñando a resolver sus problemas y no esperar una solución inmediata. El padre y la madre te dice: “Es que él solo no hace nada, te va a engañar y te dirá que está trabajada pero ni siquiera la ha mirado”; un maestro sabe perfectamente la diferencia entre una actividad no trabajada, aquella trabajada pero en la que hay dudas (ahí se producirá aprendizaje) y aquella hecha con soluciones dichas desde casa (ahí, seguro, no habrá aprendizaje y además el alumno se acomodará a esta situación).
Entre todos debemos crear conciencia de que al colegio se va aprender, no simplemente a aprobar. El objetivo es evaluar indicando qué se debe mejorar y cómo, las herramientas para ello son varias y diversas (no sólo un control aislado), pero esto ya sería otro tema a tratar.
Para terminar: puede que muchos penséis que lo aquí expuesto no es “aprender a aprender”, pero no creo que nadie niegue que sí puede ser útil para desarrollar el aprendizaje.

miércoles, 20 de enero de 2010

Sobre Escuela TIC 2.0

En estos días se están repartiendo los ultraportátiles al alumnado de quinto y sexto de primaria de los colegios de Andalucía; o lo que es los mismo, se cumple una fase más para la implantación del programa Escuela TIC 2.0. Un programa que es la unión de los antiguos centros TIC que desde el 2004 se están llevando a cabo en Andalucía y del programa Escuela 2.0 que aborda el estado.
Como decía, una fase más tras la llegada de los portátiles para el profesorado de tercer ciclo y la fase de formación del profesorado (en la que aún estamos inmersos, ya que primero se formó a los formadores y, ahora, éstos al resto de docentes).
Bien, puesto en situación, decir que Escuela TIC 2.0 crea numerosas opiniones, controversias, posicionamientos a favor, posicionamientos en contra... y simplemente posicionamientos (lo que comúnmente se llama “a verlas venir”).
El primer debate; entre los profesores mediante la cuestión “¿Es la primera necesidad teniendo en cuenta lo justo de plantillas?”, ¿Por qué no se invierte en personal?”, ¿Qué hay de la autoridad del maestro? (buen tema este último)...Este debate lo zanja la Consejera mediante la afirmación de que “Esta partida presupuestaria es para esto, si no nos adherimos no podemos utilizar el dinero para nada más”.
Otro debate se plantea entre aquellos maestros con experiencias en centros TIC y se refieren a problemas con la red wifi, instalaciones deficientes, sistema operativo utilizado...etc. Todo ello crea una cierta inseguridad en aquellos que tienen “que tirar del carro” en sus centros lo que conlleva a desmotivación entre la plantilla, ya que ven como el coordinador dedica más tiempo a arreglar que a coordinador el proyecto meramente educativo. Como esto se plantea en el día día entre los sufridos coordinadores TIC de los centros y los profesionales (ojo, sin ellos nada de esto sería posible) del Centro de Gestión Avanzada.
Me interesa comentar aquello que inquieta a los padres y madres. Una vez terminado el proceso de repartir los ultraportátiles (con la firma de compromiso digital, explicaciones del tutor, orientaciones, normas...etc) lo que más preocupa es:
“¿Cómo controlo cuando se conectan a Internet?”, “¿Verdaderamente se aprende con el ordenador?”, “Yo no tengo conexión en casa”...
Comienzo por el final: el no tener conexión no es problema ya que los alumnos llevan su mochila digital con infinidad de actividades y recursos en modo local. En cuanto a si se aprende o no, no debemos olvidar que el ordenador es una herramienta más que debemos utilizar según necesidades, momentos...Todo ello teniendo en cuenta que la escuela está para educar, para formar... por lo que debemos contar con las nuevas tecnologías y educar en su uso ya que forman parte del día a día. Un niño aprende más fácil si ve significatividad en aquello que se le quiere enseñar, si le ve sentido en utilización y necesidad. Un niño no puede salir de la escuela y vivir un mundo completamente distinto al de su casa o calle (tiza y pizarra contra imágenes multimedia). Por lo tanto es necesario educar en las TIC y educar con las TIC.
Con esta reflexión conecto (y nunca mejor dicho) con la inquietud de los padres sobre el control en la navegación (aunque los “ultras” ya llevan una aplicación para padres para que filtren las páginas). Cuando enseñamos a un niño a montar en bici, lo hacemos primero con cinturón, ruedecitas y nosotros agarrándolo desde atrás; luego lo dejamos con ruedecitas; y al final solos. Otro ejemplo; un niño va al colegio con la madre o el padre y le decimos por donde tirar, otro curso le decimos cuáles son los peligros, posteriormente lo llevamos hasta un cierto lugar y lo esperamos en la esquina al volver, y al final va solo. Así debemos actuar con Internet, navegamos con ellos, les advertimos, le enseñamos para qué sirve, después navegan solos pero en lugar común como el salón...todo trabajando paralelamente casa-escuela.
No quiero terminar sin referirme a las palabras del presidente de la Junta, en las que dice que este programa garantiza la igualdad de oportunidades. Yo, personalmente, no creo que garantice nada, pero sí tenemos que tener en cuenta que este programa, más todos los que lleva un centro, más una buena educación en valores, más todo lo hablado en las entradas anteriores sobre competencias, sí se acerca bastante a garantizar una buena educación integral de la persona. Una educación basada en que el alumnado, citando a Delors, construya su saber, sepa hacer, sepa ser y sepa convivir.
Se podía hablar y extendernos en mucho de los apartados aquí expuestos (cómo se cuenta con los CEPs, con el profesorado con experiencias en TIC...), pero creo que con lo dicho se puede tener una perspectiva de la situación real.

viernes, 15 de enero de 2010

Competencias: orientaciones para el día a día

En relación a la entrada anterior, y tras una detallada revisión de nuestro proyecto educativo, llegamos a la conclusión de que no se debe perder una visión global y general de qué es lo que estamos haciendo, cuándo, por qué... Para ello se elabora una serie de orientaciones diarias que creo pueden servir, de forma resumida, para enfocar la práctica diaria del maestro en su clase.


Un curso podemos trabajar, debatir, evaluar... nuestro trabajo en clase con aportaciones de la plantilla actual. Pero, ¿Qué sucede cuando llega alguien nuevo al centro?, ¿Cómo actuamos ante una necesidad de "recordatorio" de todo lo tratado anteriormente?... pues para ello se plantean los siguientes puntos que sirvan como orientaciones para el día a día:

Las actividades debe estar orientadas al trabajo por competenciasNo trabajar contenidos aislados sino que integren habilidades
El alumno/a debe encontrar utilidad a lo que aprende
En el Proyecto de centro debe haber ejemplos de ellas


Se debe evaluar teniendo en cuenta las competencias
No se evalúan contenidos, sino habilidades que integran varios de ellos
Posibilitar la reflexión y razonamiento del alumno/a
Transmitir a alumnado y padres/madres que la evaluación no es calificación numérica (aunque a veces es lo único que le llega a casa y por eso se basan en ello)Tener en cuenta aspectos de organización, presentación, orden, responsabilidad, esfuerzo bien dirigido, autonomía… y no sólo la nota de un control (que puede o no hacerse).


La programación de aula debe tener en cuenta las actividades de los proyectos del centro así como las distintas complementarias.
Es objetivo de este curso integrar los proyectos; pero mientras, es necesario contar con ellos a la hora de programar
Grupo Desarrollo de la competencia lingüística (lecturas comunes de este curso por nivel, estrategias de comprensión lectora y actividades de Mi libro de lectoescritura)
Grupo razonamiento y reflexión: Estrategias de resolución de problemas y baterías de operaciones
Grupo Responsabilidad y Convivencia: actividades mensuales del EE Paz, coeducación y llevar a cabo técnicas de estudio.
TIC: actividades de la web, la editorial, recursos de Guadalinex…
Actividades complementarias: Constitución, Andalucía, Paz, II Semana lectura animada…
Recordar: el libro es una herramienta más y no nos debe condicionar la programación ya que ésta sí debe estar condicionada por nuestro proyecto educativo.
Incidir en la expresión, la lectura y comprensión lectoraImportante trabajar la expresión escrita y oral en todas las clases (se dan propuestas en el proyecto educativo)
Es básico el trabajo de la lectura y las estrategias de comprensión lectora del Proyecto para la mejora de la comprensión lectora. Importante en todas las áreas tal y como se indica y orienta en dicho proyecto.
Utilizar el cuaderno del tutor/a y el de evaluación por competencias.Cuaderno del tutor operativo y funcional
Ambos documentos dan información sobre la marcha del alumno/a sin atender sólo a calificaciones.
En el cuaderno del tutor deben escribir todos los maestros/as que entren en el aula, anotando incidencias, notas…
Estas cinco orientaciones las tenemos presente al comenzar cada curso y sirven de referencia. De todo ello se habla mediante un gráfico explicativo de nuestra dinámica de trabajo en el punto 20 del Plan Anual.

lunes, 11 de enero de 2010

El trabajo por competencias en el CEIP Huerta Retiro

Artículo del 11 de enero de 2010 que se actualiza con el del 17 de mayo de 2013: "Enseñar (y aprender) en competencias".

Sirva el presente artículo para reflejar el trabajo realizado en el CEIP Huerta Retiro del Mairena del Alcor (Sevilla) en torno al aprendizaje por competencias. Evidencia el trabajo realizado en el propio centro partiendo de las propias experiencias del profesorado, buenas prácticas de aprendizaje significativo que siempre se han realizado. El proceso para generalizar y formalizar, desde la planificación y evaluación, estas tareas en el quehacer ordinario docente desde la reflexión conjunta. Finalmente se presentan todos los documentos elaborados, desde y para el propio centro, consecuencia del proceso descrito.

Quiero, mediante este artículo y los materiales que al final se citan, ofrecer nuestra experiencia y reflexiones sobre el trabajo a través de competencias. Se nos planteaba un término nuevo que había que llevar a la práctica, un nuevo enfoque que debíamos aplicar con el alumnado pero que antes era necesario aclarar entre el propio profesorado del centro.

Así, el primer objetivo era evitar inseguridades y desconocimientos entre el claustro. Un claustro seguro en su práctica y con las ideas claras facilitaría el trabajo en grupo, las reflexiones, la puesta en común de las opiniones… De esta forma plantemos a dicho claustro que las competencias, en cierta forma, siempre se han trabajado (cuántas veces hemos indicado al alumnado aspectos como la presentación de escritos, el orden, alguna técnica para estudiar, utilización de agendas, dibujos o esquemas para interpretar un problema, que hagan alguna experiencia con legumbres…).La situación actual, desde un enfoque de búsqueda de mayor significatividad en los procesos de aprendizaje, nos obligaba a formalizar este tipo de acciones educativas integrándolas en el quehacer ordinario. Una vez que creamos seguridad en la práctica que se estaba llevado a cabo, dimos el siguiente paso: nunca las hemos evaluado (al menos de forma relevante) ni intencionalmente programando relacionándolas con objetivos, contenidos y criterios de evaluación.

Llegados a este punto, nos propusimos el segundo objetivo: Cómo evaluar en competencias. Para evaluar en competencias era necesario programar redactando unos objetivos reales, que impliquen a un conjunto de habilidades aplicables a la vida diaria, que no aíslen a los conceptos como saber puramente repetitivo y poco aplicable sino que los integren en las citadas habilidades. Unos objetivos que se relacionen fielmente con los criterios que vamos a utilizar en el día a día. Nuestra conclusión fue: evaluar en base a criterios aprendizajes significativos donde se entrelazan conocimientos y habilidades generadores de competencias básicas y no evaluar contenidos exclusivamente.

Una reflexión a modo de ejemplo, en el área de lengua a la pregunta “¿qué perseguimos que aprendan los alumnos y las alumnas en Lengua conceptos o que adquieran la capacidad de leer, escribir…?”. Lógicamente optaríamos por la segunda opción, pero curiosamente la mayoría de actividades, controles, pruebas… etc. que hacíamos estaban enfocadas desde la primera opción. No es lo mismo pedir que escriban tres clases de sustantivos a pedir una oración, opinión o descripción en la que aparezcan sustantivos abstractos. Hay que aprender conceptos pero sabiendo para qué sirven, contextualizarlos. Por ello establecimos unas programaciones en las que quedaran claros los criterios de evaluación:

“Elaborar textos utilizando una adecuada ortografía y expresión” sería un criterio global para evaluar la competencia lingüística. Para ello pedimos descripciones, oraciones, opiniones… en las que utilicen aquello que el alumnado está aprendiendo en ese momento (sustantivos, adjetivos, palabras polisémicas, adverbios…). Polarizaremos la atención en el contenido concreto pero, a su vez, integraremos todo lo aprendido en lengua relativo a expresión, orden de ideas, comenzar con mayúsculas…insertando lo nuevo con habilidades ya aprendidas y produciéndose así un el aprendizaje más funcional.

El tercer objetivo que nos propusimos, por lo tanto, sería diseñar nuestras actividades tipo. Actividades que faciliten el integrar, priorizar y adaptar los contenidos del nivel. Y por supuesto actividades que sirvan para evaluar lo que nos proponemos. Actividades que sirvieran de modelo al profesorado con relación a nuestras reflexiones y pretensiones educativas consecuentes.

Para lengua, en nuestro centro y tomando como referencia el Plan LyB, diseñamos una secuenciación de actividades de escritura y lectura que todos los niveles cumplen y que persiguen todo lo anteriormente expuesto. Descripciones, narraciones, pequeños cuentos, resúmenes… Se programan por quincenas y siempre teniendo en cuenta el nivel (cada uno con sus respectivas plantillas y documentos de apoyo para desarrollarlo en clase). Igualmente, se elabora un documento en el que se recoge un banco de actividades que los maestros van haciendo y que sirven de modelo o idea al resto.

Pero todo no son “grandes” actividades de carácter más complejo. El día a día se completa con construcción de oraciones, lecturas dando opiniones o cambiando un final, debates en clase, actividades orales…

Para matemáticas, el resolver problemas cobra gran importancia. Con ellos aplicamos lo que aprendemos quedando integrado de forma funcional. ¿Cuántos saben resolver el mínimo común múltiplo de dos números pero no saben aplicarlo en una situación real?, o más fácil ¿Cuántos saben hacer una división pero no saben aplicarla para repartir?. El hacer problemas tanto por escrito como de forma oral facilita en el alumnado comprender el para qué “aprendo yo esto”.

El último objetivo pretendía responder la pregunta que todo claustro hace: “entonces, ¿qué hago con el libro?”. La consecuencia fue: “utilizarlo como una herramienta más”. El libro no nos debe agobiar, no debe condicionar nuestra programación y debemos concienciarnos de que es una herramienta más que utilizamos o no según convenga o creamos oportuno. Resulta muy útil hacer actividades del libro de forma oral, ya que facilita el debate, el diálogo, se aprende a reflexionar… utilizar el “Por qué” ante la respuesta del alumnado, hace que se propicie el razonamiento y observamos ,y con ello evaluamos, cuál es el proceso que siguen para llegar a una conclusión.

A todo lo anteriormente expuesto se llega gracias a la dedicación de un claustro comprometido que programa reuniones periódicamente para autoevaluar su práctica, y la da a conocer, lo que le ayuda avanzar en un proceso de reflexión compartida en el que contamos con las orientaciones y asesoramiento del CEP de Alcalá de Guadaíra, de la inspección educativa y de la orientadora del EOE de nuestro centro.

Como documento final y para llevar a la práctica el trabajo y evaluación en competencias se han elaborado una serie de documentos que componen todo nuestro proyecto educativo y que es fiel reflejo y referente del trabajo diario en el centro. Algunos documentos son: